Los festivales
‘noir’ son un factor clave en la búsqueda de lectores por parte de las
editoriales más comprometidas con los autores que están renovando el género con
apuestas literarias de una altísima calidad. Autores y editores apuestan por la
creación de un mercado que consolide el género negro, que permita la
continuidad de la labor creativa y que sea capaz de incorporar nuevos lectores
al noir y, más aún, nuevos lectores a la literatura. Es la conclusión que se
desprende de las intervenciones de distintos integrantes de dos de las mesas
organizadas por el Festival Atlántico de Género Negro Tenerife Noir en la
primera semana del desarrollo de su primera edición.
Solo quedan en todo el país dos
librerías especializadas en género negro escrito en castellano tras el cierre
de la emblemática Negra y criminal, de Barcelona, a finales de 2015; se trata SomNegra, librería online con sede en
Cataluña, y Burma, en Madrid. “SomNegra
y Burma son un ejemplo, porque dan al lector la seguridad de que lo tienen
todo; eso es importante”, asegura Miguel Ángel de Rus. El escritor
y editor aporta una visión amplia y ambiciosa y apunta la necesidad de crear un
mercado que consolide el género negro y, en consecuencia, también, la actividad
literaria, y señala a la Feria de Guadalajara (FIL) de México como modelo de la
forma de actuar para conseguir nuevos lectores.
El editor Miguel Ángel de Rus, de
Ediciones Irreverentes y M.A.R. Editor, ha sido integrante común de
las mesas redondas Sueños en negro y
La apuesta editorial por el género negro,
en la que también participaron los escritores canarios Javier Hernández Velázquez y Pablo
Martín Carbajal y el francés residente en Tenerife Pascal Buniet y el madrileño Carlos
Augusto Casas, que ha recibido en Tenerife Noir el Premio
Wilkie Collins de Novela Negra; y la mesa Festivales, revistas y promoción literaria, en la que participaron
además los escritores catalanes Jordi Ledesma y Sebastià Bennassar.
“Los editores son los únicos que
arriesgan dinero en los libros”, destacó durante una entrevista el autor Carlos Augusto, que con su primera
novela, Ya no hay
junglas adonde regresar, recibió el premio Wilkie Collins que entrega
M.A.R. Editor en Tenerife Noir. Augusto subraya que las editoriales son las que
corren con los riesgos económicos esenciales para difundir la creación de los
autores.
“El problema es que no hay
industria”, aseguró Sebastià Bennassar, que ofreció en la mesa celebrada en la
Bilbioteca municipal central de Santa Cruz de Tenerife una visión aguda y
crítica del panorama literario en Cataluña y en España en general. La
afirmación del escritor catalán se sostiene en las cifras: mientras en Francia
se habla de ventas de 100.000 ejemplares, para un libro en español una buena
cifra de ventas no llega a los 800, mientras que con un libro escrito en catalán,
las cifras se reducen a algo menos de la mitad. Por eso, “los festivales son
maravillosos, aunque solo sea por ganar un nuevo lector”, sentenció Bennassar.
Con estos datos, en España, la
situación de las editoriales más allá de tres grandes grupos es muy compleja.
Las editoriales independientes, pequeñas y medianas, “son pequeños grupos de
trabajo que contratan servicios editoriales con empresas externas y
difícilmente pueden hacer grandes apuestas”, explica Miguel Ángel de Rus,
que destaca el esfuerzo titánico de Alrevés, Ediciones Irreverentes o M.A.R. editor, que “se dedican al
género negro más por amor a los escritores que porque el género dé dinero”.
La afirmación choca a un extraño,
porque en los últimos años se habla constantemente del éxito del género negro
en nuestro país y en todo el mundo occidental. “Los pocos autores que dan
beneficios son casos extraordinarios”, dijo el editor. “La buena salud del
género negro estamos hablando de editoriales pequeñas y medianas que apuestan
por autores españoles contemporáneos, con obra de muy buena calidad, y se han
creado espacios a través de los festivales que permiten un encuentro con un
público muy fiel”, diagnostica De Rus.
La mayoría de los participantes en
las mesas citadas coincidieron en señalar que parte de ese boom noir está
sostenido también por una combinación de obras de distinto perfil en el actual concepto
de género negro, entre las que además del noir clásico, se encuentran bestsellers,
novelas de enigma y libros de entretenimiento, junto al que se editan esas
otras novelas de género negro contemporáneo, en el que los autores españoles
son algunos de los protagonistas en la renovación literaria del género con
obras de muy buena calidad.
En cualquier caso, la “audiencia” de
la literatura negra, en nuestro país, no se mide por miles, como el fútbol,
sino por centenares. Por este motivo, Bennassar apuntó el afán por buscar
lectores como un factor del auge de los festivales, de los que antes de la
crisis, en 2005, solo había dos en nuestro país, mientras que tras doce años de
crisis se cuentan hasta 32 encuentros literarios dedicados al género negro en
todo el estado. La opción del editor, sin embargo, va más allá, cuando aseguró
que “los festivales están bien, pero hacen falta mercados”.