P.- ¿Versos
envenenados en tu primera incursión en la novela negra después de
dedicarte habitualmente a la fantasía, el terror y la poesía?
R.- En efecto, y es casi mi
reencuentro con la escritura, tras más de un año alejado de ella. Una novela
que surgió sin pensar, paseando por las Salinas de San Pedro del Pinatar, se
apareció ante mi una inesperada situación, el encuentro con un grupo cruising
que se habían citado en la pasarela que lleva de la llamada Curva de la
Serpiente a la Playa de la Torre Derribada, y el argumento de la novela se me
planteó con una simple pregunta, que no debo reproducir aquí para no desvelar
parte de la trama. Cuando llegué a casa encendí el ordenador y, casi
compulsivamente, escribí unas ochenta páginas. Allí estaba, el asesinato, el
testigo, la búsqueda del detective, y unos poemas en la mano... Cuando releí
estas ochenta páginas, me pregunté, ¿cómo comienza todo esto? Y el resultado
son Versos envenenados.
P.- Las protagonistas de Versos
envenenados son dos mujeres ¿Cuál es el detonante de sus actos?
R.- Dos mujeres que no se conocen
hasta que entran a trabajar en la misma empresa, que era nueva en la ciudad,
Murcia capital. Ambas separadas por la estructura profesional, una
recepcionista, otra muy cercana a los puestos de mando. Sin saberlo, y ahí
surge la rivalidad, tenían muchos puntos en común: le gusta leer, les gusta la
buena poesía, en concreto Pablo Neruda y Luis Alberto de Cuenca... y les gustan
los mismos hombres. Por eso, tal vez, su amistad fue tan profunda casi a
primera vista. E, inevitablemente, el gusto por los mismos hombres, el
detonante de la rivalidad que las llevará a actuar casi como mantis religiosas.
A pesar de ser un acto cruel el final de la relación de la mantis religiosa con
el macho que la fecunda, es un baile poético, es una muerte tan dulce que el
macho no sabe lo que ocurre hasta que ya es demasiado tarde. Eso mismo
representa la poesía en la actuación de estas dos mujeres.
P.- ¿Hasta qué punto es un homenaje a Pablo Neruda y Luis Alberto de
Cuenca?
R.- El homenaje lo brindan las
rivales en las conversaciones con sus amantes. El lector encontrará detalles de
la vida de Pablo Neruda, de sus gustos, de sus proyectos, mientras la acción va
in crescendo, como una tragedia griega, todo ello recreado con algunas estrofas
de los más famosos poemas del chileno. Pero sobre todo del madrileño Luis
Alberto de Cuenca, porque el misterio ronda alrededor de una decena de sus
poemas, algunos muy conocidos por cualquier lector, pues ya forman parte de la
acervo cultural español. Un repaso a su obra y a su vida, momentos antes del
climax final de la novela, antes de que se descubra qué une sus poemas con los
asesinados, que creo representa lo significativo de esta novela: encontrar el
poema justo a cada momento de la trama policial, que le acompaña como si fuese
la banda sonora de una película.
R.- Para mi ha significado toda una
novedad. Nunca había escrito novela criminal, novela negra. Como decías al
principio, he escrito y publicado fantasía heroica, relato de terror, mucha
poesía, y tengo la estructura de una novela histórica en mi ordenador, pero
este campo nunca lo había tocado, a pesar de ser un aficionado al cine negro,
al cine de detectives. He leído mucho a los autores clásicos de la novela del
género que nos ocupa. Pero fue ese encuentro en las Salinas de San Pedro que te
he comentado, el que me empujó a escribir obsesivamente alrededor de varios
asesinatos que parecían otra cosa, y que la persistencia de un policía
descubre. Porque él también es un personaje principal, y un objeto de disputa,
entre las dos rivales de las que hemos hablado. Y esta novedad en mi creación
literaria hace que en estos momentos esté escribiendo otra trama policíaca.
P.- Tenerife Noir se presenta como Festival Atlántico. ¿Crees que la
unión de autores y mercados de un lado y otro de América es vital para la buena
salud de la industria cultural y del idioma español?
R.- Sin lugar a dudas. Quienes
conocemos el mundo literario, al nivel que a cada uno nos corresponde, vamos
descubriendo día a día que las presentaciones de libros individuales no son
suficientes, que cada vez acude menos público a las mismas. Los festivales como
éste unen a autores, editoriales, público y prensa en un mismo lugar, para
hablar de un tema común, lo cual enriquece a todas las partes participantes. Y
acercar lo que se escribe aquí y allí, alrededor de un idioma común, enriquece
mucho más, nos da a conocer nuevas facetas, como las caras de un diamante, que
debes estar cerca de él para apreciar toda la belleza de sus miles de
tonalidades.
P.- Murcia es una tierra que da muchos escritores, especialmente en
relación con su tamaño. ¿A qué crees que se debe?
R.- Hace pocas fechas tratábamos
este mismo tema en el Real Casino de Murcia, en un encuentro entre autores,
distribuidor, editoriales y lectores. Hablamos alrededor del tiempo apacible
que normalmente acompaña a Murcia, de la cantidad de horas de sol, de los pocos
días grises con los que contamos al cabo del año. De que Murcia, o Cartagena, o
Lorca, o San Pedro del Pinatar, o cualquier otra son ciudades donde aún mucha
gente se conoce, donde pasear por la calle hace que te encuentres con
conocidos, y toda esa experiencia vital del autor se plasma en la escritura.
Mira, hay un dicho en los mentideros murcianos: en Murcia levantas una baldosa
y salen cien poetas. Puedes hacerte una idea.
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