En El último vagón, uno de
los relatos sobre relaciones paternofiliales más tiernos y conmovedores que he
leído en mucho tiempo –y que además da título al volumen-, Kalton Harold
Bruhl (Honduras, 1976) expone su visión de la vida como un tren a través
del cual vamos acumulando, transportando recuerdos. La metáfora puede
igualmente servir para fotografiar un libro de cuentos breves, que como vagones
se anudan unos a otros conformando un alargado entramado de piezas que se
deslizan independientes pero compactas en forma de libro-tren por las vías de
la literatura actual. Este es el caso de El último vagón, un libro de
relatos que merecidamente quedó finalista en el VII Premio Internacional de
Relatos Vivendia-Villiers.
No obstante, el libro que
comentamos apunta en otra dirección. Los relatos de Harold Bruhl son minuciosos
estudios de la mente humana. Con un incisivo sentido del humor y gran ojo
clínico se adentra en el alma de sus personajes y los desmenuza desde su propio
núcleo. Las historias breves que componen esta antología derivan por inciertos
derroteros y el lector jamás adivina qué final inesperado le aguarda.
Muchos cuentos parecen
participar de técnicas cinematográficas y presentan escenas, planos y
secuencias que hacen trabajar nuestra mente a un nivel visual. Los temas que
abordan muchos de los relatos coinciden: la maldad, la venganza y las
oportunidades que nos ofrece la vida.
Por ejemplo en
"Votos nupciales" asistimos a las vicisitudes de un feliz hombre
casado que comienza a ser visitado por el fantasma asfixiante y voluble de los
celos. En "Cuando desperté" el narrador nos relata una historia de
enterramientos, heredera del mismoPoe, pero cuyo argumento Harold Bruhl ha
sabido retorcer hasta hacernos ver que la literatura no tiene un punto de
llegada determinado, sino que siempre puede dar un paso más. "El último
concurso" es una historia moderna de fantasmas que emociona más que asusta.
"La carta", quizá uno de los relatos más perfectos, es una rescritura
de un famoso cuento de Cortázar, "La salud de los enfermos",
pero que el autor hondureño ha sabido condensar hábilmente en una tensa y
eficaz página.
Harold Bruhl es un
gran contador de historias cortas (veintidós componen esta antología), que
somete al lector a un tour de force de gran magnitud, que se mueve como un
monstruo en un pantano por las turbulentas aguas del mundo abisal del relato
breve y que sabe impactar con una escritura certera, precisa y cierta ironía
bien calculada.
Pedro Pujante