P.- Tienes una gran trayectoria literaria, y tu último libro,
accésit del VIII Premio “Wilkie Collins” de novela negra Desayuno
para el muerto, ha comenzado muy bien en ventas. ¿A qué lo atribuyes?
R.- Varias razones. La obra
me ha costado mucho trabajo y la he cuidado con esmero. Pero, sobre todo, llega
en un momento personal de madurez literaria.; escribo mejor. También influye
que son personajes complejos, de humanidad palpable, aunque se tengan que mover
por oscuras sendas. Otra más en el entorno donde se desarrolla la trama: la
fiesta más internacional del mundo, San Fermín; paisaje perfecto para una
novela negra con todos sus elementos consustanciales de intriga, acción,
denuncia, sangre o sexo.
P.- ¿En qué momento te introdujiste en el mundo de la
literatura y qué te llevó a ello?
R.- Tuve la suerte de
criarme en un ambiente ilustrado; en mi familia se respiraba cultura. La
biblioteca era la joya de casa, no la televisión, lo que creo mucho más útil y
enriquecedor. Así que, cuando comencé a publicar, en 2009, escribieron de mí:
“lector incansable y conversador imaginativo, parecía evidente que tarde o
temprano empuñaría la pluma” (sic). Desde entonces he ido casi a premio por
año; estoy contento.
P.- Desayuno
para el muerto narra la historia de Plinio, agente del CNI, quien estando
de vacaciones en sanfermines se involucra en una trama de espionaje y
asesinatos entre castristas, anticastristas y la CIA. ¿Cómo surgió esta
historia y cómo se te ocurrió encajar cada pieza del puzle?
R.- Pamplona fue la Meca de
los espías, tanto en los conflictos mundiales o las reiteradas invasiones
francesas, como en la media docena de guerras civiles que se dieron en los cien
años previos a 1939. El ascensor que cito en “Desayuno para el muerto”
transportó unos cuantos desde 1912. Lo
que refiero de la OAS también ocurrió en esta ciudad. Y las fiestas de la
capital navarra han camuflado entre su multitud diversas conspiraciones.
Encima, habituales en ellas son norteamericanos y miembros del exilio cubano.
Un celofán perfecto para envolver este enredo.
P.- Es destacable la cantidad de personajes que hay en tu
libro y la forma tan acompasada que tienen de “moverse” para hacer que la
narración fluya. ¿Te costó mucho alcanzar a escribir una narración tan natural?
¿Qué ha sido lo más difícil en la elaboración de esta novela?
R.- Aunque partía de un
entorno que conozco bien, cavilé mucho para que todas las piezas encajaran. Una
novela debe funcionar como un reloj: hay que incardinar un diente de la rueda
con otro para que en su tic tac no exista contradicción ni laguna; que nada
suene raro. Mucho menos se rompa el ritmo, cayendo en un solo párrafo monótono.
Eso, jamás. Debe funcionar como una orquesta de instrumentos que se aúnan en
sintonía y sinfonía; una partitura acompasada, como afirmas se desenvuelve
“Desayuno para el muerto”. Repasé, rompí y reordené tantas veces como consideré
oportuno para lograrlo. Con más esfuerzo en que la intriga funcionara que hacia
“la pluma empapada en los tinteros de excelsos escritores” (sic) que uno mejor
que yo me atribuía en 2013
P.- Intrigas diplomáticas, asesinatos con indescifrables
móviles… en Desayuno para el muerto se
dan cita temas candentes y siempre en boga, los ingredientes perfectos para una
buena novela negra. ¿Qué crees que ofrece este género a la gente para ser tan
popular? ¿Qué te aporta a ti como escritor?
R.- Este género edifica su
fabulación desde lo cierto. Y le resultan imprescindibles defectos y anhelos
realistas de los personajes, así como temas de candente actualidad. Una aventura
de buenos y malos con un peligro inexistente hoy, no es negra. Puede ser un
buen cuento, si se quiere. En cambio, por “Desayuno para el muerto” interactúan
protagonistas con virtudes más fallos, con valentías o miedos; y se mueven con
motivaciones coherentes para asuntos verosímiles; próximos. Eso engancha. Y me
aporta que permite conjugar el verismo histórico con la ficción; los seres
creados con comportamientos reales. Y debe narrase con sinceridad “como quien
regala una confidencia o nos devela un secreto” (sic), que también me
apostrofaron, esta vez en 2014.
P.- En tu libro nos asomamos a las sombras del poder
político y diplomático, que tiene capacidad incluso para frenar los mecanismos
del sistema con tal de mantenerse a salvo. Personalmente, ¿cuánto crees que
sabemos los ciudadanos sobre lo que ocurre en el mundo y cuánto se queda en los
despachos?
R.- A los ciudadanos nos
ocultan la mayor. Algunos, que protegen su tinglado, acostumbran a justificarlo
diciendo que somos incapaces de entender. Con la boca engolada, dictan que a
veces no votamos lo que conviene (¿a quién?); y que por ello debe ser su dedo
quien nos ordene el camino de la verdad absoluta. Ahí están esos tres mil
despachos que se dedican a agasajar eurodiputados para que cambien leyes a fin
de que, por un poner, se tiren a la basura cien millones de televisores y se
compren otros tantos. Cuando se mueven tales fortunas, Maquiavelo se impone
sobre la deontología. Por otras razones, se clasifican como secretos documentos
tan importantes como los del 11M o 23 F, que consideran no debe conocer la
opinión pública. Algunos de esos sucesos resuenan al fondo de esta crónica
sobre servicios secretos, como ecos de una batalla lejana. Encima, los que
escamotean información, cuentan con numerosos predicadores a sueldo. Por
fortuna, existen los libros y las redes sociales.
P.- Por otro lado, tenemos que destacar la fiel
caracterización de los personajes. Ello se nota, sobre todo, en los localismos
que has introducido en sus diálogos. ¿Podrías hablarnos un poco de la
importancia del lenguaje, tanto como instrumento narrativo como en el proceso
de caracterización de un personaje?
R.- Para mí deben ser
completos y tener hondura. Error
literario, por vagancia, sería poner “Lameiro es gallego, de aldea y veterano
guardia civil de Información, destinado en el CNI, mientras Serrano es
comandante de cazadores, madrileño, e hijo de jefe militar muerto en atentado,
Recluta joven subinspector del CNP
casado, y Rizones experta karateca licenciada en sicología y derecho ”. Eso
estoy obligado a mostrarlo por vía de sus reacciones, sus gestos y su lenguaje.
Debo respeto a mis lectores; son muy inteligentes. Además, el cuidado en la
particularidad de cada habla permite que los diálogos sean más dinámicos, sin
tanta coletilla de “dijo fulano”. Las
tramas ocultas deben tener viveza y claridad en su exposición, y quedar nítidas
cuando se cierre la contraportada.
P.- En la sinopsis del libro se indica que “el
protagonismo es compartido con la ciudad de Pamplona”, ciudad muy próxima a tu
natal Estella. ¿Qué importancia tiene la geografía en tus escritos?
R.- Mucha. Añado que a una
geografía tridimensional. Es decir, todas mis páginas están envueltas en rigor
de ambientación. Lo que incluye, desde la orografía y edificaciones, hasta las
vestimentas, condumios o armas. A tal
fin, me muevo en aguas que domino, a la par que me documento exhaustivamente.
Se puede apreciar tanto en mis novelas como en mis relatos. Intento queden
redondas y además, que sean fuente de información. Los ojos que las escruten,
he de conseguir que se muevan por lugares que les son ajenos como si fueran los
suyos propios, o reconociendo aquellos controlan.
P.- La novela negra no es el único género que cultivas.
Has publicado relatos de humor, históricos, góticos, etcétera. ¿Con cuál te
sientes más cómodo y con qué otros nuevos te gustaría probar (si los hay)?
R.- En realidad mis textos
tienen de todo. “La quinta carta” parece una obra histórica, cuando en realidad
se trata de negra ambientada en el XVII. Y siendo de esa manera le atribuyeron
“fino humor, ironía menos hiriente, los guiños al lector” (sic). En este
“Desayuno para el muerto” ocurre algo similar: siendo trama seria, aparecen
aquí y allá, disimulados, esos golpes de humor que tiene la vida; si no
estuvieran sería menos real. Puedo decir que, aunque lanzo amplias incursiones
en el ensayo y el artículo, e incluso, más escasas, en poesía, es en la
narrativa donde me encuentro más cómodo. Ambientada en la época actual u otra
anterior; corta o menos breve. Por
centrarnos, sí que me noto más habilidoso con argumentaciones entre policíacas
y góticas, abarcando todo su campo intermedio.
P.- ¿Cómo ves tu evolución como escritor?
R.- Yo me exijo mucho. De
tal manera que, cuando releo mis anteriores publicaciones, a pesar de su éxito
de crítica o comercial, les encuentro defectos. Eso me ayuda a mejorar.
Creo que he avanzado en
madurez literaria, y desde aquí animo a que lean “Desayuno para el muerto”. En
él, desarrollo una urdimbre que atrapa desde la primera página en la garra de
una trama incandescente; al rojo vivo. Resalta tan encarnada como un pañuelo de
San Fermín en camisa impoluta; así que mancha de sangre sobre prenda blanca, en
esa mañana donde racimos de puntas amagan hacia las espaldas…
Desayuno para el muerto se
presentará en los próximos días en el Festival Atlántico de novela Tenerife Noir.
Todo sobre el libro en http://www.mareditor.com/narrativa/desayuno_para_el_muerto.html