P.- Tras la publicación de las novelas El absurdo fin de la realidad
y Los huéspedes, ¿Qué supone esta nueva novela para ti?
R.- Las suplantaciones es una obra nueva, pero que conservan vínculos
con las dos anteriores. No tiene nada que ver argumentalmente aunque he
descubierto que hay temas y texturas comunes que las tres novelas contienen: la
búsqueda de la identidad por parte de sus protagonistas, un tono irónico y
hasta humorístico para tratar algunos asuntos escabrosos como el paso del
tiempo o la pérdida de la locura. Y sobre todo, en todas mis novelas hay una
exploración acerca de cómo la ficción tiene un gran poder para transformar la
realidad.
P.- ¿De qué trata Las suplantaciones?
R.- Es la historia de un tipo normal, quizá un poco raro, llamado George
Simurg, que recibe una inesperada carta de unos familiares checos que le piden
que viaje a Praga para resolver ciertos asuntos. Pero al llegar allí,
descubrirá una ciudad que tiene más de espacio onírico que real, unos
personajes muy extraños y una situación que sobrepasa cualquier expectativa. Se
ve envuelto en una guerra de sectas y en macabros experimentos.
P.- ¿Macabros como la realidad o como los delirios de tu mente?
R.- Al llegar a Praga los problemas familiares resultan ser de orden
sobrenatural, más bien misteriosos, inexplicables. Allí es confundido con el
miembro de una secta, una especie de logia subterránea, que practica extraños
experimentos, juegos con los que pretende desmontar la realidad. Además se
enamorará de una mujer enigmática cuya identidad no está del todo muy clara.
P.- ¿En qué te basas para desarrollar tus novelas?
R.- En Las suplantaciones hay gran influencia de otras obras
literarias, también del cine y de sueños o ideas rocambolescas. Cuando alguna
situación me parece demasiado realista la elimino. Trato que mis novelas estén
sustentadas totalmente en la ficción, en el inverosímil. No me interesa la
realidad. De hecho, los personajes carecer de psicología, son marionetas en el
teatrillo de lo fantástico. Me influyen César Aira, Bellatin, Vila-Matas…
P.- También está ahí Kafka, porque a él recuerdan esos extraños
sucesos y personajes estrambóticos hacen que nos cuestionemos sobre qué es la
realidad
R.- Sí, Franz Kafka es un referente ineludible. Esta novela se podría
considerar una precuela imaginaria (Kafka me perdone) de La metamorfosis. Aparecen
insectos gigantes, transformaciones inexplicables y otros asuntos que el lector
deberá descubrir por sí mismo.
P.- ¿Como en una novela policíaca?
R.- Exactamente. Concibo esta historia como una investigación, más o
menos. El narrador se va adentrando en un mundo cada vez más misterioso, y
diferentes sorpresas, enigmas y problemas le surgen. Él debe componer el puzle
en una aventura desquiciante, absurda. Me imagino la trama como una caja china:
cuando el lector abre una,descubre que hay otro misterio nuevo.
P.- Pero entonces, ¿se podría decir que es una
historia de misterio?
R.- Hay de todo. Misterio, terror, humor, fantástico, ciencia ficción,
incluso. También hay episodios de amor, pero como los personajes siempre viven
al borde de la realidad suelen ser amores muy alocados. No creo que los géneros
sirvan para nada. Y menos en esta novela en la que he jugado a obviar todas las
categorías. Lo único importante es que la obra sea divertida, que se conciba
como un juego.
P.- En otras de tus novelas también mencionabas la idea de juego como
metáfora literaria o como sistema de trabajo. ¿A qué te refieres?
R.- Pues que básicamente la literatura debe ser un divertimento, un
juego. Trato de que el lector entre en “mi” juego, que acepte las reglas que le
impongo por muy absurdas que parezcan para que así pueda disfrutar de la
aventura. Además, entiendo la literatura como juego en un sentido amplio, como
una indagación, un laboratorio a través del que explorar los límites: de la
identidad, de la realidad, de la ficción, del humor, los estados oníricos.
P.- Es como si en tus relatos y novelas el sueño fuese muy importante,
¿podrías explicar esto?
R.- Creo que los procesos oníricos son tan importantes como la realidad.
El sueño es un espacio muy rico que nos sirve para vivir vidas diferentes.
Además, la literatura se puede entender como un sueño construido
artificialmente. Me interesan las relaciones entre sueño y literatura, que se
ha dado desde el Romanticismo, pasando por el Surrealismo hasta llegar al
Realismo Mágico o a autores como Cărtărescu. Se podría considerar que Las
suplantaciones es más un sueño que una exposición de la realidad. Todo lo
que les sucede a los personajes cabe más dentro de una pesadilla o de una
alucinación que en un mundo realista. ¿Para qué sirve la realidad?, se
preguntan muchas veces los personajes de esta novela. Y la respuesta, creo yo,
sería: para que lo fantástico y lo imposible tengan más sentido. El único fin
de la novela es construir nuevos mundos y hacer que los lectores se queden a vivir
en ellos durante un tiempo, quizá para siempre.
Las suplantaciones en la web de M.A.R. Editor