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29/3/15

Pizza doble, relato erótico de Félix Díaz

David llevaba unas cinco semanas como repartidor de pizzas a domicilio, y estaba satisfecho con su trabajo. Ganaba suficiente para ahorrar un dinero que, esperaba, le serviría para independizarse en unos cuantos meses. Entretanto, vivía con su madre y guardaba casi todo lo que ganaba; eso sí, ya no podía contar con la semanada que ella le daba, así que recurría a su sueldo para los pequeños gastos.
Trabajaba para PizzaRapid, una de las numerosas empresas de comida a domicilio que había en la ciudad. En ocasiones se encontraba con las motos de algún competidor, y más de una vez jugaron a ver quién salía más rápido en los semáforos. Hasta ahora había salido bien librado, aunque reconocía haber cometido alguna que otra infracción de tráfico.
Llegó al portal que marcaba la dirección que le habían dado. Le llamó la atención la presencia de otra moto, ésta de ExpressPizza, uno de sus odiados competidores.
Sólo por si acaso, leyó de nuevo la dirección. Estaba correcta, era aquel portal.
¡En fin! Allí había varias viviendas, así que podría ser casualidad que algún otro vecino llamara a la competencia.
Tocó en el portal. Era el 6º izquierda.
—¿Sí? —dijo una voz de mujer. David suponía que le estarían viendo a través de la cámara. Pero de todos modos contestó.
—Pedido de PizzaRapid.
—Sube. Si te das prisa, tal vez coincidas con tu compañero.
A David le extrañaron esas palabras, pero no les dio mayor importancia. Entró y se dirigió al ascensor, que estaba justo enfrente al portal.
Allí esperaba el otro repartidor, con el uniforme de ExpressPizza. Aguardaba la llegada de la cabina del ascensor, con su bolsa roja reglamentaria.
—¿Qué haces tú aquí? —preguntó David, en plan provocativo.
—Lo mismo que tú, gilipollas. ¿A qué piso vas?
—Al sexto. ¿Y tú?
—Al mismo.
El ascensor se detuvo. El otro se introdujo el primero, pero David no esperó para hacer lo propio.
—Supongo que no te molestará que te acompañe —dijo, en tono beligerante.
—Claro que no. Las pizzas hay que repartirlas rápido. Por cierto, me llamo Paco, ¿y tú?
—David.
No se dijeron ni una palabra más mientras el aparato subía. Cada uno aguardaba el primer movimiento de ataque del otro, en un lado de la cabina.
Por fin, se detuvo el ascensor. No hubo ataque por parte de ninguno de los dos. David salió el primero, y Paco no esperó ni un segundo.
David dudó en el pasillo. Había tres puertas, cada uno con su placa «Derecha», «Centro», e «Izquierda». Se dirigió hacia esta última.
Casi ni se fijó en que Paco hacía lo mismo.
Llegaron juntos a la puerta. Paco tocó el timbre, antes de que David pudiera hacerlo.
Debían de haberlos visto a través de la mirilla, porque la puerta se abrió sin preguntar quién era. Una mujer de unos cuarenta o cincuenta años (David era malo para calcular la edad de las mujeres, y todas las maduras les parecían de la misma edad), les dejó pasar.
—¡Qué bien, los dos a la vez! ¡Pasad, chicos, pasad!
—Disculpe, señora, pero ¿no habrá un error? Lo digo por mi compañero aquí presente —preguntó David.
—El único equivocado aquí eres tú, gilipollas —exclamó Paco.
—¡No os enfadéis, chicos! —intervino la señora—. No hay error alguno. Yo pedí una pizza a PizzaRapid y otra a ExpressPizza. Espero que no os molestéis, porque pienso pagar las dos.
—Si es así… —contestó Paco.
David no replicó.
—Dejad las pizzas en la mesa —dijo la mujer—. Por cierto, me llamo Marisa y quería haceros una propuesta. A los dos —recalcó esto último.
Paco y David sacaron sus respectivos pedidos y los depositaron sobre la mesa del salón.
David echó un vistazo rápido a su alrededor. Vio algunas fotos enmarcadas en un aparador, junto a una librería muy surtida y llena de libros desordenados; estaba claro que se leían los libros, no estaban de adorno.
Observó también unos muebles muy suntuosos, incluyendo un equipo de televisión de gran tamaño con altavoces, y varios reproductores, desde un anticuado de casetes hasta un bluray.
No le dio tiempo de seguir observando. Doña Marisa venía con dos billetes de 50 euros, uno en cada mano.
A David se le cayó el alma al suelo. ¡No tenía cambio!
—Esto es para vosotros —dijo la mujer.
—No tengo cambio, señora —observó Paco—. ¿No se le dijo por teléfono que debía tener el importe exacto? Las normas de seguridad…
—Todo eso lo sé, chico —cortó Marisa—. Podéis quedaros con el cambio, si me hacéis un favor. Los dos —otra vez el retintín al decir «los dos».
—¿De qué se trata? —preguntó David, mientras hacía cuentas mentales. La pizza eran 8 euros, lo que dejaba 42 netos para él… Esperaba que «el favor» no fuera nada difícil.
Paco no dijo nada, porque ya David lo había hecho por él. Y también hizo una cuenta similar en su cabeza.
—Veréis, chicos. Me encantan los pepperoni…
—Disculpe, doña Marisa, pero el encargo que me dieron no era de pepperoni —interrumpió Paco—. Era una «cuatro estaciones».
—La mía es de champiñones y jamón —observó David.
—No me refiero a pepperoni en las pizzas, chicos. Y, por favor, llamadme Marisa, sin el «doña».
—Me temo que no la entiendo, Marisa —indicó David, aunque una sospecha se empezaba a abrir en su mente.
—¿No seréis gais, por un casual?
—¡No, señora! —respondieron los dos, al unísono.
—Bien, porque me refiero a vuestros pepperoni. Y si os portáis bien, aquí tengo esto —enseñó un billete verde, de cien euros.
A David se le encendieron los ojos. Y de pronto fue consciente de que aquella mujer, Marisa, no estaba mal para ser una puretona. Aunque lo más seguro sería que le doblaba en edad, tenía buen cuerpo.
No se molestó en disimular la mirada que le echó de arriba abajo. Tenía el pelo rubio, no muy largo, enmarcando la cara redonda. Los labios gruesos, apetecibles. Un ligero rubor se marcaba en las mejillas, tal vez porque se sabía observada. No llevaba maquillaje, por cierto.
El cuello era corto, y acababa en un escote enorme, mostrando un sostén una o dos tallas menor que el que debía: aquellas tetas parecían querer salirse.
Vestía una bata de estar por casa, ligeramente transparente, a través de la cual se apreciaba la cintura, estrecha, y se vislumbraban unas braguitas más bien pequeñas. Las piernas eran torneadas, al igual que los brazos. Y calzaba unas zapatillas rosas, del mismo color que la bata.
Se dio cuenta de que Paco había estado haciendo lo mismo.
—¿Qué os parezco? —preguntó Marisa—. ¿Podéis quedaros un rato para que yo pueda probar esos pepperoni que ya noto en vuestros pantalones?
Era evidente que la excitación de David le estaba pasando factura. No quiso mirar, pero sospechaba que lo mismo le sucedía a Paco.
—Disculpe, Marisa, pero debo avisar a la empresa —observó David, echando mano de su teléfono.
Paco no tenía ese problema. En su empresa eran varios repartidores y si uno se retrasaba, habría otros para llevar los pedidos.
Pero en PizzaRapid sólo estaba David para los repartos.
Mientras la mujer abría la bragueta de Paco, David se daba toda la prisa que podía en marcar. Los nervios le jugaron una mala pasada y marcó un número erróneo.
Observando lo que hacían los otros dos, consiguió al fin comunicar con su empresa. Dio una justificación a su retraso «una cola de mil demonios y varios guardias, así que no puedo saltármela», y optó por ignorar los insultos y blasfemias de Gino, el encargado de atender al teléfono. Tal vez él tuviera que usar su moto para hacer los repartos, dejando a Julio, el cocinero, a cargo del teléfono. Una mala solución, sin duda.
Pero ver cómo Marisa se introducía en la boca una y otra vez el miembro de Paco le hizo olvidar todos sus problemas laborales. Buscando recuperar el tiempo perdido, se bajó los pantalones y los gayumbos. Ofreció su verga palpitante a Marisa, quien la tomó en sus manos.
Poco después, los tres estaban desnudos y en el sillón más grande del salón. Marisa se puso a cuatro patas, mientras David la penetraba por detrás y Paco por delante.
De pronto, la mujer se soltó, dejándolos a los dos a medias. Fue a la nevera y vino con un tarro de margarina.
—Tengo ganas de hacer algo que vi una vez en «El último tango en Paris» —dijo, a modo de explicación.
David no entendió nada. Aquella película no le era conocida.
Marisa humedeció el órgano de David y luego lo untó con margarina.
—Ponte aquí —le dijo, haciéndole acostarse boca arriba en el sofá.
Ella contempló el mástil erecto.
—Perfecto —dijo, y se lo insertó en su ano. Le costó un poco, y no pudo disimular un gesto de dolor.
—Ahora tú, Paco —añadió, ofreciendo su húmeda vagina al otro.
Paco no esperó un instante para penetrarla.
Marisa gemía de placer. Y David también. Nunca había sentido tanto gozo.
Paco también disfrutaba, y gritó sin control.
Los tres gritaron a la vez, y David sintió cómo se derramaba en el interior de la mujer.
Paco tardó unos segundos en hacer lo propio. Agotado, se dejó caer sobre Marisa, quien a su vez reposaba sobre David.
—Sándwich de pepperoni —exclamó la mujer, entre jadeos.
Poco después, los tres recogían las prendas de vestir, tiradas por el suelo. Los dos jóvenes tomaban sus bolsas de reparto, casi idénticas.
David recibió el billete verde, y para Paco fueron los dos de cincuenta.
—¿Y las pizzas, Marisa? —preguntó David antes de salir por la puerta, detrás de Paco. Ambas permanecían en sus cajas de cartón, y seguro que ninguna estaba ya caliente.

—Me encantan frías. Podéis iros tranquilos —les despidió.

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25/3/15

Entrevista a Virginia Cantó por MUJERES EN LA HISTORIA 2 (M.A.R. Editor)

P.- ¿De qué trata tu relato El verdadero despertar de la Bella Durmiente?
R.- El verdadero despertar de la Bella Durmiente es un relato que llevaba muchísimo tiempo queriendo escribir. Parafraseando el título del cuento de Ana María Matute, El verdadero final de la Bella Durmiente, revivo, entre el recuerdo y la ensoñación, el encuentro que, gracias a una profesora de literatura, tuve con Ana María Matute hacia los dieciséis o diecisiete años. Recuerdo cómo ella me contó una historia que poco tenía que ver con los cuentos de mi niñez, con un final no edulcorado e infinitamente más realista que el universo de princesas de organza que yo recordaba. Ella, -me dijo-, había crecido escuchando estos cuentos de la voz de abuela y yo, en este relato, juego con el recuerdo de aquel encuentro para entrelazar aquella historia que ella me contó con la de su propia autobiografía, e incluso la mía propia. Siempre desde ese yo literario que irremediablemente tanto puede (y a veces suele) decir de nosotros mismos.

P.-¿Por qué elegiste como personaje a Ana María Matute?
R.- Escogí a Ana María Matute por varias razones. En primer lugar porque considero que es una figura fundamental en la literatura española del siglo XX, con una voz y un universo propio que, desde una fantasía y una imaginación cargadas de lirismo, supo tocar el corazón (y la razón) de niños y mayores. También escogí a Ana María Matute porque, tal y como he dicho antes, llevaba muchos años sintiendo que le debía (y me debía) este relato. La conocí en un momento en el que mi ilusión por convertirme en escritora necesitaba de consejos y referentes. Ella lo fue. Tuvo la gran amabilidad de escucharme y aconsejarme y nunca podré olvidar aquella mañana cuyo recuerdo conservo hoy tanto en la memoria como en la imaginación. Y para terminar, porque en esta antología de mujeres en la Historia no podía faltar la voz de alguien que fue un ejemplo de superación, de lucha y de reivindicación de la mujer libre. 

P.-En tu opinión, la época que comienza en la Segunda Guerra Mundial y que llega hasta nuestros días ¿Ha sido la de mayores cambios sociales para la mujer? ¿Por qué?
R.- Creo que sí. En el siglo XIX se produjeron profundos cambios ideológicos, pero la visibilidad histórica de la mujer costó (y en ciertos aspectos aún sigue costando), varios decenios más. A partir de la II Guerra Mundial muchos de los derechos de las mujeres se materializaron y algunos cambios comenzaron a ser evidentes más allá de la reivindicación y del deseo. Se tomó verdadera conciencia de la importancia que tenía el hecho de que las mujeres asumieran un papel más activo en distintas facetas de la sociedad que anteriormente tenían vetadas. En España tuvimos que esperar hasta el 78 para conseguir recuperar muchos de los derechos perdidos tras la Guerra Civil, pero todo llegó. No obstante, considero necesario seguir persiguiendo día a día una total equiparación de derechos entre ambos sexos y una visibilidad histórica igualitaria, siempre, por supuesto, aunando fuerzas en una lucha común.

P.-La historia ha sido mayoritariamente escrita por hombres y son ellos quienes han elegido las mujeres relevantes. ¿Crees que es positivo que sean las mujeres las que decidan quiénes son sus modelos?
R.- Por supuesto, considero muy interesante y enriquecedor que las propias mujeres escojan sus modelos y referencias entre las de su género. Hoy día están surgiendo un gran número de estudios y antologías que dan, a mi juicio, buena cuenta de esto. Pero esta acción no es para nada excluyente. Creo que es positivo reivindicar una sociedad en la que hombres y mujeres trabajen juntos para escribir la Historia. 

P.-Respecto al resto de tu obra, ¿sueles escribir relatos o trabajas otros géneros? ¿Tienes algún libro publicado?

R.- El género con el que me siento más cómoda y con el que suelo trabajar habitualmente, es la poesía. He escrito algunos relatos, poquitos, pero la mayoría los he guardado para mí. Respecto a los libros publicados, en 2010 vieron la luz los poemarios Fe de erratas (Ed. Biblioteca Nueva) y Poemas para zurdos (Ed. Renacimiento), y en año 2013 Pasaporte renombrado (Ed. Huerga y Fierro)

23/3/15

Entrevista a Melanie Taylor Herrera por MUJERES EN LA HISTORIA 2 (M.A.R. Editor)

P.- ¿De qué trata tu relato En cartelera: Clara González de Behringer?
R.- Clara González de Behringer fue la primera abogada panameña, no podía al inicio ejercer por estar prohibido para la mujer, y fue también un ser de contrastes y una tenacidad admirables. Es una mujer que nace con el siglo XX y muere en 1990. El relato se ambienta en el esfuerzo de una artista contemporánea de plasmar la vida de Clara a través de un obra teatral para la cual no tiene presupuesto, además de todas las peripecias que ha de pasar para realizarla.

P.-¿Por qué elegiste como personaje a Clara González de Behringer?
R.- Creo que es una panameña fundamental para entender muchos de los logros a favor de la mujer y los niños en el siglo XX en Panamá. Llegué a ella gracias a una amiga especialista en asuntos de género (Eusebia Solís) y por la biografía escrita por la historiadora Yolanda Marco. Tengo una obra teatral inédita basada en su persona.

P.-En tu opinión, la época que comienza en la Segunda Guerra Mundial y que llega hasta nuestros días ¿Ha sido la de mayores cambios sociales para la mujer? ¿Por qué?
R.- Yo creo que el movimiento feminista va de la mano con los cambios tecnológicos y económicos. Al menos en el mundo occidental. Una sociedad que deja de ser agraria, una tecnología que permite controlar no solo la fertilidad sino numerosas respuestas biológicas , y espacios de acción que no están delimitados por el sexo biológico (el mundo virtual por ejemplo) le da un mayor campo de acción a la mujer. En América Latina y en Panamá en particular el tema del femicidio es muy comentado en los medios y nos lleva a pensar que no podemos construir cambios para la mujer sin construir cambios en la vida emocional de los hombres porque al final la relación de muchos hombres hacia la mujer es de posesión y control. Yo particularmente también noto mujeres que desempeñan roles muy agresivos hacia otros en este proceso de ampliar las posibilidades del rol de ambos. Finalmente me parece que ambos géneros han de construir una sociedad de paz y eso no es fácil, no se si será posible.

P.-La historia ha sido mayoritariamente escrita por hombres y son ellos quienes han elegido las mujeres relevantes. ¿Crees que es positivo que sean las mujeres las que decidan quiénes son sus modelos? 

R.-Creo que es positivo que quien tenga voz la use. Que quien pueda reflexionar, piense, debata sus ideas y las escriba para compartirla con otros. Cuando una narra su propia historia, sus propias batallas y sus propias victorias puede verse un poco desde afuera, cuestionarse a sí mismo.

Entrevista a Marta Gómez Garrido por MUJERES EN LA HISTORIA 2 (M.A.R. Editor)

P.- ¿De qué trata tu relato El misterio de la tarta de zarzamora?
R.- Es una ficción basada en la vida de la escritora Agatha Christie, en ella alguien se come la tarta que le había preparado su hermana y ella intenta descubrir quién ha sido siguiendo un proceso deductivo como el que utilizan sus personajes. El relato trata de dar a conocer un poco mejor a la persona que había detrás del personaje gracias a muchos datos reales que están diseminados por la historia. La forma y el motivo elegidos para la narración pretenden hacer un guiño a sus novelas, desde el título hasta la forma de resolverlo. 


P.- ¿Por qué elegiste como personaje a Agatha Christie?
R.- Agatha Christie no es un personaje al que haya que rescatar del olvido o reclamar su figura, porque en ese sentido es de las mujeres que más relevancia ha tenido, pero sí creo que es interesante recordar que ha tenido todo ese éxito a pesar de ser mujer en un mundo eminentemente masculino. Me interesa ver qué mujer había detrás de ese éxito para descubrir que a pesar de ser una persona de su época rompió muchos convencionalismos. No tuvo inquietudes políticas ni intentó cambiar el mundo, como sí hicieron muchas otras mujeres más que admirables, pero sí tomó decisiones en su vida personal que iban contracorriente en su época, como hacer natación, viajar sola, casarse con un hombre mucho menor o simplemente escribir y trabajar fuera de casa.



P.-En tu opinión, la época que comienza en la Segunda Guerra Mundial y que llega hasta nuestros días ¿Ha sido la de mayores cambios sociales para la mujer? ¿Por qué?
R.- Creo que sí ha sido una época de fuertes cambios, probablemente en la que más derechos se han conseguido, pero creo que esos cambios vienen de antes, o al menos se gestaron antes, desde finales del siglo XVIII cuando comenzó el discurso crítico feminista. Se podría decir que en la reestructuración de poderes que hubo tras la Segunda Guerra Mundial las mujeres consiguieron muchos logros por los que habían estado luchando antes. Creo que hoy no somos muy conscientes de lo que han supuesto esos cambios, pero son la diferencia entre ser un ciudadano, una persona, y ser un mero complemento de otros, de los que escriben las leyes y la historia. 



P.-La historia ha sido mayoritariamente escrita por hombres y son ellos quienes han elegido las mujeres relevantes. ¿Crees que es positivo que sean las mujeres las que decidan quiénes son sus modelos?
R.- Es muy positivo que las mujeres puedan elegir sus modelos a seguir, pero lo es más aún que existan esos modelos, que les lleguen, porque hasta hace poco más de un siglo parecía que sólo había dos modelos de mujer: el ángel del hogar frente a la mujer demoniaca o malvada. En España no había prácticamente modelos de mujeres remarcables por su trabajo o su labor, a no ser que estuviese relacionado con la religión. Todavía faltan muchos referentes femeninos, por ejemplo es indignante que en los colegios se estudien infinidad de escritores, escultores, pintores, políticos… y que sólo un porcentaje ínfimo de ellos sean mujeres. Ni siquiera en los posgrados de literatura hay casi escritoras, cuando las ha habido. Se suele achacar a la calidad de su escritura, sin molestarse en leerlas, como si todas las mujeres, por el hecho de serlo, tuvieran una forma de escribir idéntica y poco valiosa para ser recordada, mientras que nadie pone en duda la calidad de la literatura masculina porque la masculina es LA literatura, y la femenina es como un género literario aparte. De hecho, sería positivo que, igual que todas las mujeres tenemos referentes masculinos, los hombres tuviesen también femeninos y que esto no fuese una lucha sino algo en común, porque no sólo las mujeres perdemos sin esos referentes, el hombre pierde también. Hasta hace poco, la sociedad estaba haciendo oídos sordos a la mitad de la población y eso es perder mucho.

Mujeres en la historia (2), presentación en la Biblioteca Pública Municipal Eugenio Trías el miércoles 25 de marzo, a las 19.30h



El miércoles 25 de marzo, a las 19.30h, M.A.R. Editor presenta MUJERES EN LA HISTORIA (2), en la Biblioteca Pública Municipal Eugenio Trías. Casa de Fieras de El Retiro (Madrid). Con la participación de destacadas escritoras de la actualidad.
            Autoras de España e Hispanoamérica escriben sobre las mujeres que han influido en los procesos sociales desde la II Guerra Mundial hasta hoy. Las protagonistas de esta antología son mujeres que han cambiado el mundo desde la Segunda Guerra Mundial hasta nuestros días, en ámbitos como el arte, la política, la economía, la cultura y el profesional.
            Escritoras actuales dan voz a personajes como la pintora y escritora Leonora Carrington, la fotógrafa Irina Ionesco, la egiptóloga Christiane Desroches Noblecourt, escritoras como Agatha Christie, Marguerite Duras, Alejandra Pizarnik, María Zambrano, Elise Cowen, Alfonsa de la Torre, Ana María Matute, Adelaida García Morales y Oriana Fallaci; la bailarina y actriz Josephine Baker y la pianista Alice Herz-Sommer. En el ámbito político y de acción social encontramos a Irena Sendler, apodada "la madre de los niños del holocausto". Asimismo están presentes Rosa Parks, Krystyna Skarbek, Hann Solf y Aung San Suu Kyi, Premio Nobel de las Paz. De carácter completamente distinto es Eva Braun, amante de Hitler. En el ámbito político y de propaganda, es interesante ver el intento de desprestigio que la prensa franquista hizo contra las mujeres que lucharon por la República y la democracia, personificando sus ataques en Margarita Nelken, Dolores Ibárruri o Federica Montseny. Todas ellas son notables, y sirven para que el lector o lectora imagine qué personajes pudiera encontrarse. El deseo es que estas mujeres sirvan para incitar a crear nuestra propia historia.
            Las autoras de los relatos son: Josefina Aldecoa, Sol Antolín Herrero, Teca Barreiro, Eva María Cabellos, Virginia Cantó, María Luisa De León, Sara García-Perate, Laura Garrido, Marta Gómez Garrido, Eva Gordillo Jerez, Ángela Hernández Benito, Teresa Iturriaga Osa, La Vizcondesa de Saint-Luc, Elena Marqués, Carmen Martí Fabra, Rosario Martínez, Carmen Moreno, María Teresa Pérez Arenzana, María Teresa Lucía del Mar Pérez, Charo Ramos, Rosa Serrano Romero, Rosa, Montserrat Suáñez, Melanie Taylor Herrera, Virginia Valdominos y María Zaragoza.
            Marta Gómez Garrido afirma sobre su relato “Es una ficción basada en la vida de la escritora Agatha Christie, en ella alguien se come la tarta que le había preparado su hermana y ella intenta descubrir quién ha sido siguiendo un proceso deductivo como el que utilizan sus personajes. El relato trata de dar a conocer un poco mejor a la persona que había detrás del personaje gracias a muchos datos reales que están diseminados por la historia. La forma y el motivo elegidos para la narración pretenden hacer un guiño a sus novelas, desde el título hasta la forma de resolverlo”.
            Virginia Cantó explica “El verdadero despertar de la Bella Durmiente es un relato que llevaba muchísimo tiempo queriendo escribir. Parafraseando el título del cuento de Ana María Matute, El verdadero final de la Bella Durmiente, revivo el encuentro que, gracias a una profesora de literatura, tuve con Ana María Matute hacia los dieciséis o diecisiete años. Recuerdo cómo ella me contó una historia que poco tenía que ver con los cuentos de mi niñez, con un final no edulcorado e infinitamente más realista que el universo de princesas de organza que yo recordaba. Ella, -me dijo-, había crecido escuchando estos cuentos de la voz de abuela y yo, en este relato, juego con el recuerdo de aquel encuentro para entrelazar aquella historia que ella me contó con la de su propia autobiografía, e incluso la mía propia”.
            La escritora y violinista de la Orquesta Sinfónica Nacional de Panamá, Melanie Taylor Herrera trata en su relato de “Clara González de Behringer la primera abogada panameña, no podía al inicio ejercer por estar prohibido para la mujer, y fue también un ser de contrastes y una tenacidad admirables. Es una mujer que nace con el siglo XX y muere en 1990. El relato se ambienta en el esfuerzo de una artista contemporánea de plasmar la vida de Clara a través de un obra teatral para la cual no tiene presupuesto, además de todas las peripecias que ha de pasar para realizarla”.

Mujeres en la historia 2 (Desde 1940): http://www.mareditor.com/narrativa/MujeresenlaHistoria2.html
Mujeres en la historia (Desde 1800 a 1940): http://www.mareditor.com/narrativa/MujeresenlaHistoria.html

16/3/15

El sueño de la razón, de Aurelia María Romero Coloma, obra ganadora del III Premio Alexandre Dumas de Novela Histórica convocado por M.A.R. Editor

La obra ganadora del III Premio Alexandre Dumas de Novela Histórica, es El sueño de la razón, de la escritora jerezana Aurelia María Romero Coloma. Esta obra ha sido elegida entre las finalistas del premio: 
            -Cubao. La pérdida de Cuba, de Rafael Jordá
            -El viaje a tierra santa de Buda, de Sara García Perate
            -1898. La pérdida de las Filipinas, de José Enrique Rovira Murillo
            -La hermandad de las murallas, de Carlos M. Serrano Nouaille
            El sueño de la razón, de Aurelia María Romero Coloma, se ha impuesto entre 149 novelas históricas procedentes de 22 países.

La novela ganadora: El sueño de la razón
Aborda tanto los aspectos personales de la vida de Francisco de Goya, como los puramente pictóricos, haciendo hincapié en el proceso de su enfermedad, una patología que le dejó sordo y abocado a la incomunicación, fruto de lo cual –y de la terrible España de la época, sojuzgada por la tiranía de Fernando VII– surgieron muchas de sus pinturas más enigmáticas y tenebrosas, como las denominadas Pinturas Negras. La novela se centra en los años finales del S. XVIII, hasta llegar a los días previos a su muerte. Se profundiza en las ansias de libertad que el artista sentía y, de la mano de los contemporáneos de Goya, entramos en el mundo interior del artista, sus deseos, sus ansias por vivir, a pesar de la enfermedad, su sentido de la amistad, sus ambiciones, sus amores y pasiones. Se narra desde dos momentos: el final del S. XVIII y el tiempo actual, trazando un cuadro de las costumbres de la época de Goya y, al mismo tiempo, de las investigaciones y estudios que, en el siglo actual, se hacen aún acerca de su obra y su personalidad.

La autora: Aurelia María Romero Coloma
(Jerez de la Frontera, Cádiz). Doctora en Derecho y en Historia del Arte por la Universidad de Sevilla. Académica de Ciencias, Artes y Letras de la Real Academia de San Dionisio. Ha publicado más de 40 monografías jurídicas y más de 100 artículos sobre temas de su especialidad. Es ganadora del Premio José Corrales, de la Asociación Española de Abogados de Familia, del Premio de Investigación Histórica Ramón Martín Cartaya (Sevilla), y del Premio Investigación Histórica Fundación Francisco Montero Galvache (Sevilla). Ha publicado ensayos como Franquismo y sociedad,  Las libertades de expresión e información y sus límites y La medicina ante los derechos del paciente, entre otros, textos de contenido histórico y artístico, como Aportaciones al estudio de la imaginería procesional jerezana desde los siglos XV al XX, Escultura andaluza del siglo XVII, Estudio histórico-artístico de los crucificados de Jerez e Iconografía pasionista y sus manifestaciones artísticas en Andalucía, y novelas históricas como Goya, el ocaso de los sueños, y Velázquez, la magia del espejo.

Las 149 Obras recibidas, por procedencia:
80 novelas, España
16, Argentina
12, México
6, Chile
4, Cuba, Perú
3, Portugal, EEUU
2, Venezuela, Uruguay, Alemania, Holanda, Suecia, Francia, Honduras
1, Bolivia, Nicaragua, Ecuador, República Dominicana, Holanda, Suiza, Puerto Rico