P.- ¿De qué trata tu
relato El misterio de la tarta de zarzamora?
R.- Es una ficción basada en la vida de la escritora Agatha Christie, en ella
alguien se come la tarta que le había preparado su hermana y ella intenta
descubrir quién ha sido siguiendo un proceso deductivo como el que utilizan sus
personajes. El relato trata de dar a conocer un poco mejor a la persona que
había detrás del personaje gracias a muchos datos reales que están diseminados
por la historia. La forma y el motivo elegidos para la narración pretenden
hacer un guiño a sus novelas, desde el título hasta la forma de resolverlo.
P.- ¿Por qué elegiste como personaje a
Agatha Christie?
R.- Agatha Christie no es un personaje al que haya que rescatar del olvido o
reclamar su figura, porque en ese sentido es de las mujeres que más relevancia
ha tenido, pero sí creo que es interesante recordar que ha tenido todo ese
éxito a pesar de ser mujer en un mundo eminentemente masculino. Me interesa ver
qué mujer había detrás de ese éxito para descubrir que a pesar de ser una
persona de su época rompió muchos convencionalismos. No tuvo inquietudes
políticas ni intentó cambiar el mundo, como sí hicieron muchas otras mujeres
más que admirables, pero sí tomó decisiones en su vida personal que iban
contracorriente en su época, como hacer natación, viajar sola, casarse con un
hombre mucho menor o simplemente escribir y trabajar fuera de casa.
P.-En tu opinión, la época que comienza
en la Segunda Guerra Mundial y que llega hasta nuestros días ¿Ha sido la de mayores
cambios sociales para la mujer? ¿Por qué?
R.- Creo que sí ha sido una época de fuertes cambios, probablemente en la que
más derechos se han conseguido, pero creo que esos cambios vienen de antes, o
al menos se gestaron antes, desde finales del siglo XVIII cuando comenzó el
discurso crítico feminista. Se podría decir que en la reestructuración de
poderes que hubo tras la Segunda Guerra Mundial las mujeres consiguieron muchos
logros por los que habían estado luchando antes. Creo que hoy no somos muy conscientes
de lo que han supuesto esos cambios, pero son la diferencia entre ser un
ciudadano, una persona, y ser un mero complemento de otros, de los que escriben
las leyes y la historia.
P.-La historia ha sido mayoritariamente
escrita por hombres y son ellos quienes han elegido las mujeres relevantes.
¿Crees que es positivo que sean las mujeres las que decidan quiénes son sus
modelos?
R.- Es muy positivo que las mujeres puedan elegir sus modelos a seguir, pero lo
es más aún que existan esos modelos, que les lleguen, porque hasta hace poco
más de un siglo parecía que sólo había dos modelos de mujer: el ángel del hogar
frente a la mujer demoniaca o malvada. En España no había prácticamente modelos
de mujeres remarcables por su trabajo o su labor, a no ser que estuviese
relacionado con la religión. Todavía faltan muchos referentes femeninos, por
ejemplo es indignante que en los colegios se estudien infinidad de escritores,
escultores, pintores, políticos… y que sólo un porcentaje ínfimo de ellos sean
mujeres. Ni siquiera en los posgrados de literatura hay casi escritoras, cuando
las ha habido. Se suele achacar a la calidad de su escritura, sin molestarse en
leerlas, como si todas las mujeres, por el hecho de serlo, tuvieran una forma
de escribir idéntica y poco valiosa para ser recordada, mientras que nadie pone
en duda la calidad de la literatura masculina porque la masculina es LA
literatura, y la femenina es como un género literario aparte. De hecho, sería
positivo que, igual que todas las mujeres tenemos referentes masculinos, los
hombres tuviesen también femeninos y que esto no fuese una lucha sino algo en
común, porque no sólo las mujeres perdemos sin esos referentes, el hombre
pierde también. Hasta hace poco, la sociedad estaba haciendo oídos sordos a la mitad
de la población y eso es perder mucho.